<Episodio 25 de la Historia Paralela de Aaron>
***
La invitación a ir juntos.
Aaron sabía exactamente lo que eso significaba.
Sragin habló con una sonrisa en el rostro.
“He pasado décadas aquí reflexionando. ¿Qué significa realmente ser fuerte? Si eres mejor que otros con la espada, si eres capaz de matar con facilidad, ¿eso te hace fuerte?”
“¿Entonces, encontraste la respuesta?”
La pregunta de Aaron sonó desalentada.
Sragin asintió.
“He llegado a mi propia conclusión. Por eso te lo propuse.”
Sragin extendió su mano.
Si Aaron tomaba esa mano, podría volver al exterior.
“Acepta la realidad. Haz lo mejor que puedas. Lo diste todo. Nadie te culpará.”
Ser fuerte.
Sragin había decidido su propia respuesta para ese complejo término.
Mientras Aaron vagaba en un laberinto sin salida, incluso eso se le escapó.
“Volveré.”
Aaron murmuró.
¿Se iría con ellos?
Junto a sus compañeros que lo esperaban.
A Taonier.
“¿Qué es lo que he ganado?”
Se preguntó a sí mismo.
Comparado con Sragin, que había aprendido incontables cosas en los últimos 60 años, ¿qué había aprendido él?
No era que no hubiera ganado nada.
Descubrió que había un yo oculto dentro de sí mismo que desconocía.
Y que nunca avanzaría en su vida.
En esos largos años, solo había aprendido dos cosas.
Ja, ja.
Una risa se le escapó.
Aaron consideraba a Sragin como un amigo cercano. Sragin también había dicho algo similar.
Somos amigos.
‘¿Amigos?’
No podía ser.
La palabra ‘amigos’ implica una relación equitativa en la que ambos se ayudan mutuamente. Pero esto no era amistad. Solo se habían estado engañando a sí mismos.
Aaron lo comprendió.
Y no tomó la mano que Sragin le ofrecía. Fue una respuesta silenciosa.
“…Aaron.”
La expresión de Sragin cambió constantemente, pasando de la expectación al nerviosismo, del nerviosismo al pesar, y finalmente, a la resignación.
“Lo siento.”
Aaron desvió la mirada. No podía volver. No había obtenido ninguna respuesta.
‘Si volviera…’
¿Qué pensarían su hermano y sus compañeros de él, que no había encontrado respuesta? Probablemente no lo culparían, quizás lo compadecerían y lo consolarían.
Ser fuerte.
Esa fue la respuesta de Sragin a la pregunta. Aceptar la realidad y vivir la mejor vida posible.
De ahora en adelante, incluso si Sragin se encontrara con alguien más fuerte que él, no se derrumbaría como antes. No sentiría celos inútiles ni envidia ardiente. Esos sentimientos los dejaría fluir como el agua. Viviría su vida al máximo.
‘Yo…’
No podía aceptar eso, así que desistiría. Se conformaría con lo que le había tocado y viviría como una hormiga. No podía aceptar una respuesta como esa.
“Así que esa es tu respuesta.”
Sragin sonrió. La emoción que se reflejaba en esa sonrisa era resignación. Y un apoyo sincero.
“Entonces, no te rindas.”
Sragin se dio la vuelta. Caminó sin vacilar y desapareció por la puerta dimensional.
Vuuuum.
La puerta dimensional se distorsionó. El espacio tembló como si vibrara y luego desapareció. Ahora no quedaba nada en el claro.
“Hmm.”
El joven miró a Aaron como si fuera algo inusual. Aaron habló sin inmutarse.
“¿Por qué me miras así?”
“Es extraño. Pensé que irías con él sin dudar.”
“Aún no he encontrado la respuesta.”
“Ya la tienes, ¿no? Has pasado por muchas dificultades.”
El joven se encogió de hombros.
“Acabas de perder una oportunidad dorada, ¿sabes? No sabes cuándo volverá. Podrían pasar décadas, siglos, tal vez incluso mil años. ¿Estás seguro?”
“Lo estaré. Probablemente.”
“No suenas muy convincente.”
El joven soltó una exclamación.
“¿Sabes?”
“¿Qué cosa?”
“Si te conviertes en un espectro, ¿qué crees que haré? Puede que hayas rechazado una oportunidad de salir con vida.”
Los pensamientos del joven eran impenetrables. ¿Era una broma? ¿O estaba hablando en serio?
Aaron preguntó.
“Yo también quisiera saber. ¿Cómo es que tú estás bien?”
El joven parecía completamente tranquilo. Había pasado aquí cientos, quizás miles de veces más tiempo que Aaron.
“¿Apenas lo preguntas ahora?”
“Sí. Si no te importa, ¿me lo dirías?”
“No hay problema.”
El joven no dudó.
“Verás, tengo un sueño.”
“¿Un sueño?”
“Sí, ¿no es genial? Un hombre romántico, eso es lo que soy.”
“…”
“Ah, ¿pensaste que era ridículo que un mocoso como yo se llamara hombre?”
“No, no es eso.”
“¡Vamos! ¡Estaba escrito en tu cara!”
“Es un malentendido.”
En realidad, lo había pensado por un momento, pero Aaron decidió no decirlo.
***
Década 70.
Desde que Sragin se fue, la rutina de Aaron se volvió aún más solitaria. A veces, las conversaciones que solían tener eran un bálsamo para su soledad. Pero ahora Sragin no estaba, y Aaron se quedó solo, pasando todo el día practicando con la lanza en el campo de entrenamiento. En la oscuridad de su habitación, leía un libro de artes marciales tan gastado que apenas se sostenía, y escribía cartas para sí mismo.
***
Década 80.
En este mundo distorsionado, ni siquiera se necesitaba comida ni sueño. Pero Aaron seguía forzándose a dividir los días y las noches, viviendo según un plan. Separaba la mañana y la tarde para comer, masticando hojas secas que había apilado. Al ver las bolas redondeadas que formaba, uno podría pensar que se les había añadido algún otro ingrediente para darles forma.
El joven solía hacer muchas de estas y guardarlas en un jarrón.
“Esto es lo que llaman bigeokdan.”
[N/T: Bigeokdan es un término que proviene de la cultura coreana y se refiere a una especie de píldora o pastilla que supuestamente contenía los nutrientes necesarios para sobrevivir sin necesidad de consumir alimentos regulares. En las leyendas y la medicina tradicional, se decía que estas píldoras eran consumidas por inmortales o personas que practicaban el ascetismo para reducir la necesidad de comer y beber, permitiéndoles enfocarse en sus prácticas espirituales o marciales.]
“¿Qué es eso?”
“¿No lo sabes? Es la comida que los inmortales comen.”
“¿Inmortales?”
“¡Nosotros!”
A veces, los dos se sentaban juntos a la mesa para comer bigeokdan y charlar. El joven se metía unas cuantas bolas en la boca. Después de tragar, exclamaba:
“¡Qué asco, no sabe a nada!”
Aaron también lo encontraba así. La primera vez que lo probó, tuvo que escupirlo varias veces. Ahora, de alguna manera, se había acostumbrado a comerlo.
‘Porque…’
Temía olvidarlo. Olvidar que era humano. Olvidar que debía comer para vivir.
Lo mismo ocurría con el sueño. Simplemente se envolvía en una manta y se quedaba quieto. No importaba cuánto cerrara los ojos, su consciencia no se apagaba.
“¡Ja, ja! Pero debo comer, ¿qué más puedo hacer?”
Aaron se rió a carcajadas. Y, siguiendo el ejemplo del joven, se metió el bigeokdan en la boca a la fuerza.
¿Lo comeré? Solo de pensarlo, parecía delicioso.
Sí.
Cuando fue invocado al Lobby por primera vez, comió un montón de papas cocidas.
¿Cuál era su sabor? ¿Cómo sabían? Pero… ¿cómo era una papa?
Ah, sí. Recuerdo que la Señorita Jenna cazó un ciervo. La joven le dio a Aaron una pierna de ciervo bien cocida.
Pero… ¿se llamaba Jenna? ¿O era Jenny? ¿O Gina?
“…”
La expresión del joven cambió de repente. El joven observaba a Aaron mientras este comía el bigeokdan entre risas.
“Recuerdo, lo recuerdo.”
Aaron dijo riendo. Estaba tan emocionado que su comportamiento habitual parecía inusitado.
“La carne de ciervo que preparó la Señorita Gini fue exquisita. Su sabor era… sí, tenía un gusto terroso. Pero, ¿qué era un ciervo? ¿Nacía de la tierra? ¡Sí! ¡El ciervo era amigo de la papa! ¡Ja, ja, ja!”
“…”
“Cuando regrese, comeré un montón de ciervo. ¿No se extrae de la tierra? Si arranco la pata trasera, la aso al fuego, la mojo en sal y me la como, ¡sí! ¡Tendrá el mismo sabor que esto!”
Aaron se llenó la boca de bigeokdan. Hasta que sus mejillas se inflaron, hasta que estuvo a punto de vomitar.
“¡Cof, cof, cof!”
Un ataque de tos lo sacudió. Pero Aaron no dejó de reír. Como si se estuviera ahogando, se agarró el pecho con la mano izquierda. Había lágrimas en los bordes de sus ojos.
“Delicioso… ¡cof! ¡glup!”
Bebió agua directamente de la botella. Después de varios tragos, logró tragar el bigeokdan.
“No sabía lo que me estaba perdiendo. ¡Qué tonto soy! Es tan delicioso y no lo había comido hasta ahora. Debo comer. Debo comer.”
Aaron continuó murmurando. No importaba si alguien lo escuchaba o no, ya no tenía sentido.
“Mi hermano, la Señorita Gina, la Señorita Yolna, ¡y Belkist también! ¡Ja, ja, ja! Así que, así que…”
“¡Basta!”
¡Crash!
Aaron salió volando junto con la silla en la que estaba sentado. La mesa de madera se volcó, y el plato de vidrio con bigeokdan se rompió en mil pedazos.
El joven lo miró fijamente.
“¿Sabes siquiera lo que acabas de decir?”
Aaron yacía en el suelo, tumbado junto con la silla. La sonrisa que había tenido hasta hace un momento desapareció como un soplo de aire, dejando su expresión vacía, como una pieza de vidrio.
Lentamente. Muy lentamente. El juicio volvió a sus ojos vacíos.
“Es extraño.”
Aaron dijo. Su voz no tenía emoción alguna.
“¿Por qué estoy aquí?”
“Tú elegiste venir. ¿Por qué me lo preguntas?”
“Cierto.”
El joven parpadeó.
“En 40 años, se abrirá un segundo portal dimensional. Vuelve usando ese.”
“…”
“Si en 120 años solo te has estado esforzando en vano, entonces no vales más que eso. Ya no tengo nada que ver contigo.”
“…”
“Las luchas sin sentido solo hacen que los demás se sientan miserables. Si tus compañeros y tu familia vieran cómo estás ahora, sería bastante divertido.”
Esfuerzo. Esfuerzo sin resultados. Eso no solo te afecta a ti, sino que también hace que los demás se sientan miserables. Hace sufrir a aquellos que te observan y te apoyan.
“Esta es la última vez que permito que tu egoísta deseo se cumpla. Así que, de una forma u otra, consigue algún resultado. Ya sea que avances o aceptes y reconozcas tu debilidad.”
Las palabras del joven se clavaron en él como un cuchillo.
“Piensa en el propósito de tu maestro al enviarte aquí.”
¿Te envió para darte una oportunidad de ser fuerte? ¿O te envió para darte la oportunidad de rendirte? Probablemente ambas. Si superas tus límites y te vuelves fuerte, será bueno. Si fracasas, no importa, siempre que lo aceptes y lo asimiles.
Aaron había fallado en ambas cosas. Había traicionado las expectativas de su hermano.
“Si vas a ser fuerte, hazlo bien. Si vas a fallar, falla de verdad. Ahora mismo, no eres ni una cosa ni la otra.”
El joven lo declaró.
“Si no puedes hacerlo, yo lo haré por ti. Si no encuentras la respuesta antes de que se abra el próximo portal, te meteré a la fuerza. No quiero que tu maestro guarde rencor por matar a su subordinado.”
“40 años, dices.”
“Debes esforzarte. Es menos tiempo de lo que parece.”
Clank.
Aaron apartó la silla que lo había estado aplastando.
“Aaron, hagamos una promesa.”
“…”
“No es una promesa para ti.”
Aaron captó el significado. No era por él. En su mente comenzaron a surgir, uno por uno, los rostros de aquellos que habían quedado desdibujados en esos 80 años. Finalmente, el único rostro que apareció fue el de su único familiar.
‘Nina.’
La extrañaba. Quería ver a esa niña.
“…”
El oscuro sentimiento que había estado hirviendo dentro de él desapareció. Solo quería verla. El rostro de su familia.
“Entendido.”
Aaron asintió.
“Hagamos la promesa.”
“¿De qué trata la promesa?”
“Si no encuentro la respuesta en 40 años, yo… me rendiré.”
“Muy bien.”
El joven extendió su mano. Aaron la tomó y se levantó.
“Esfuérzate.”
“Gracias…”
Respondió aturdido.
Solo había un hecho claro: debía encontrar la respuesta en 40 años. De una forma u otra, tenía que llegar a una conclusión. Con esta firme determinación en su corazón, Aaron trazó su camino a seguir.
Pick me Up – Capítulo 355 – El Primer Sueño
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