Mago Astral Marcial – Capítulo 9 – Academia de Magos


El sol apenas asomaba por el horizonte cuando Aster y Stella despertaron, sintiendo cada músculo de su cuerpo quejarse por el esfuerzo del día anterior. La rigurosa sesión de entrenamiento con Cecia había dejado su marca, y ahora, incluso respirar parecía una tarea ardua.

“Me duele todo,” murmuró Stella, su voz teñida de dolor y asombro

Aster asintió, compartiendo el sentimiento. “Cecia no se anda con juegos. Cada movimiento, cada esquiva… fue como si cada parte de mi cuerpo estuviera en llamas.”

Se levantaron y buscaron a Cecia, encontrándola en su área de entrenamiento, rodeada de un aura de magia que danzaba al ritmo de sus movimientos. Al notar su presencia, Cecia detuvo su práctica y se acercó a ellos con una expresión seria.

“Tenía pensado buscarlos después de mi entrenamiento,” comenzó Cecia. “No podré continuar con sus lecciones por un tiempo. Tengo que entrenar duro para poder superar las expectativas de mi padre.”

Aster y Stella asintieron, comprendiendo la situación. Fue entonces cuando Cecia les ofreció una nueva oportunidad: la posibilidad de ingresar a la Academia de Magos de la ciudad.

“La Academia es un lugar donde podrán aprender más sobre la magia y el maná. Creo que les será de gran ayuda,” dijo Cecia con una sonrisa alentadora.

Sin dudarlo, aceptaron la oferta y juntos se dirigieron a la imponente estructura de la Academia. Una vez dentro, quedaron asombrados por su magnitud.

Cecia los llevó ante el director, un hombre de presencia noble y sabiduría palpable, llamado Eldric Valtor.

Eldric examinó a Aster y Stella con una mirada que parecía penetrar su ser. “Bienvenidos a la Academia de Magos,” dijo con una voz que resonaba en la vasta sala. “Puedo ver que, a pesar de ser Magos Primordiales de tercer círculo, poseen un potencial notable.”

Con una recomendación de Cecia y la evaluación de Eldric, fueron aceptados como estudiantes. “Les asignaré a la Clase Inicial, fase 2,” anunció Eldric. “¿Están listos para comenzar ahora?”

Aster miró a Stella, buscando su aprobación. “¿Estás dispuesta a empezar ahora?”

Stella asintió, su voz firme. “Sí, pero quiero estar junto a ti, Aster. Me siento segura a tu lado.”

Eldric sonrió ante su unión. “No hay problema con eso,” aseguró.

Después de despedirse de Cecia, fueron guiados al salón de clases de la fase 2, donde las lecciones apenas comenzaban. Eldric pidió disculpas al instructor por la interrupción, un mago de aspecto astuto llamado Gaius Thorne.

“Esta vez has traído unos chicos interesantes,” comentó Gaius, observando a los nuevos estudiantes.

Los estudiantes, que estaban concentrados entendiendo la primera clase del día, levantaron la vista y observaron a los recién llegados con curiosidad.

Las chicas se inclinaron unas hacia otras, susurrando con tono intrigado. “¿Quién es ese chico? ¿Es nuevo aquí? Es bastante guapo,” comentaron, tratando de no ser demasiado obvias con su interés.

Del otro lado del aula, los hombres también murmuraban entre ellos, sus ojos fijos en Stella. “¿Ves a la chica que está con él? ¿Será su novia? Es muy bonita,” dijo uno, ajustando sus gafas para ver mejor.

La pregunta de si eran pareja flotaba en el aire, y algunos estudiantes incluso comenzaron a hacer pequeñas apuestas al respecto.

Stella, que había captado algunas de las palabras susurradas, se sonrojó visiblemente. Su rostro adquirió un tono rosado que contrastaba con su cabello oscuro, y bajó la mirada hacia el suelo, sintiéndose repentinamente consciente de todas las miradas puestas en ellos.

Aster, por su parte, solo sonrió ante la situación. Su sonrisa era tranquila y amable, y aunque notó la atención que recibían, eligió no darle importancia. En lugar de eso, se centró en el maestro Gaius.

Aster y Stella se presentaron y tomaron asiento en la fila del medio, en un espacio amplio que les permitía estar juntos. Gaius comenzó su lección con una premisa fundamental.

“Para un mago, lo más importante es saber utilizar el maná correctamente,” explicó. “En una batalla, la clave no es solo la potencia de tus hechizos, sino cómo los manejas. Por ejemplo, si te enfrentas a un oponente que lanza una [Bola de Fuego Primordial], no basta con contrarrestar con un hechizo de agua. Debes anticipar la trayectoria, adaptar tu maná para crear un escudo que absorba el impacto y, al mismo tiempo, preparar un contraataque que aproveche la apertura creada por su ofensiva.”

Después de la explicación de Gaius sobre la importancia del control de la energía y el maná, la clase pasó a la práctica. Guió a los estudiantes al patio exterior de la academia.

“Vamos a trabajar en la [Bola de Fuego Primordial],” anunció. “Quiero que se concentren en crearla, no importa el tamaño.”

Los estudiantes se turnaron para practicar el hechizo. Aster fue el primero, y con una concentración visible, reunió el maná en sus manos. Con un gesto controlado, liberó la energía y formó una esfera de fuego que mantuvo su forma durante varios segundos antes de desaparecer.

Stella lo siguió, y aunque su bola de fuego era más pequeña, demostró un control impresionante para su nivel de experiencia. La esfera se mantuvo estable y luego se disolvió sin dejar rastro de inestabilidad.

Con la clase atenta y los estudiantes practicando diligentemente, Gaius Thorne decidió subir la apuesta. “Ahora que han logrado formar la [Bola de Fuego Primordial], vamos a probar su puntería,” anunció con una voz que resonaba autoridad y expectativa.

Frente a los estudiantes, había una serie de palos de madera colocados a diferentes distancias. Eran objetivos perfectos para probar la precisión de los hechizos de los estudiantes.

“Quiero que cada uno de ustedes tome turnos,” instruyó Gaius. “Concéntrense en su objetivo, sientan el maná fluir y cuando estén listos, lancen su bola de fuego hacia el palo de madera.”

Uno tras otro, los estudiantes se posicionaron para lanzar sus ataques. Algunos lograron impactar directamente en los palos, quemando la madera con un chisporroteo satisfactorio. Otros, sin embargo, no tuvieron tanta suerte, y sus bolas de fuego se desviaron, perdiéndose en el aire o golpeando el suelo.

Cuando llegó el turno de Aster, se preparó. Recordando las lecciones de control y precisión, visualizó el palo de madera como su único objetivo. Con un movimiento fluido y controlado, lanzó la bola de fuego. La esfera ardiente voló por el aire y golpeó el palo directamente, dejando una marca negra en la madera.

Stella estaba sintiendo la presión de las expectativas. No quería quedarse atrás, especialmente después de la impresionante demostración de Aster. Se concentró, reuniendo el maná en sus manos. Con un suspiro de concentración, lanzó su bola de fuego. La esfera se dirigió hacia el palo y, aunque no fue un impacto directo como el de Aster, rozó el objetivo, dejando una marca quemada a su paso.

Gaius observó con atención y asintió con satisfacción. Bien hecho, recuerden “un hechizo bien controlado es más efectivo que uno poderoso pero descontrolado.”

La clase continuó con ejercicios de control del maná. Gaius caminaba entre los estudiantes, corrigiendo posturas y gestos, asegurándose de que cada uno entendiera cómo canalizar su energía de manera eficiente.

“El control del maná es fundamental,” explicaba mientras supervisaba. “Si no pueden manejar su propia energía, no podrán realizar hechizos más avanzados.”

Aster y Stella practicaron siguiendo las instrucciones de Gaius al pie de la letra. Aster ya tenía un nivel más avanzado en cuanto al control de los elementos, así que no le supuso ningún esfuerzo con el control. Por otro lado, aunque a Stella no había practicado tanto como él, ya se había adaptado rápidamente gracias al entrenamiento que habían tenido con Cecia.

Al final de la clase, Gaius se detuvo frente a todos y compartió, “en una batalla, la habilidad para adaptarse y reaccionar es tan importante como la fuerza bruta. Un mago inteligente sabe cuándo atacar y cuándo defenderse, cuándo ser agresivo y cuándo ser cauteloso.”

La práctica había concluido y los estudiantes comenzaban a dispersarse por el patio de la Academia de Magos. El sol se despedía del día, tiñendo el cielo con tonos de naranja y púrpura.

Aster y Stella, después de unos últimos intentos para perfeccionar sus hechizos, dejaron de practicar y se unieron a los demás. Mientras caminaban, podían escuchar fragmentos de conversaciones, risas y el ocasional estallido de una bola de fuego tardía que algún estudiante aún practicaba.

Después de un día lleno de aprendizaje y práctica en la Academia de Magos, Aster y Stella regresaron a la Mansión Zerslent.

Cecia les recibió con una sonrisa. “¿Cómo estuvo el primer día en la Academia?” preguntó, guiándolos hacia el comedor donde el resto de la familia los esperaba.

Stella respondió con entusiasmo mientras se sentaban a la mesa. “Fue más fácil de lo que esperábamos. Gracias a todo lo que ya nos habías enseñado, conocíamos casi todo lo que el instructor explicó.”

Aster asintió en acuerdo. “Sí, fue una buena revisión de lo que ya sabemos, pero también tuvimos la oportunidad de practicar nuestra puntería con la [Bola de Fuego Primordial].”

La noche transcurrió; y a medida que la luna ascendía en el cielo, la familia Zerslent se despidió de los dos jóvenes magos, deseándoles una noche de descanso reparador.

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