Mago Astral Marcial – Capítulo 6 – La Maga de Otro Mundo


Aster y Stella habían establecido una rutina diaria. Cada mañana, mientras la ciudad aún yacía en las sombras del amanecer, ellos ya estaban en la colina de Meridian, el lugar que habían elegido para sus prácticas secretas de magia. Aster se concentraba en dominar la energía pura que emanaba de la combinación de los elementos, y con cada día que pasaba, su habilidad para mantener esa energía se fortalecía.

Stella, aunque no podía manipular el maná como Aster, lo apoyaba y observaba, aprendiendo a través de sus éxitos y errores. Juntos, sin saberlo, habían atraído la atención de una presencia oculta.

Una joven de cabello castaño los observaba desde la distancia, escondida detrás de una gran roca que le servía de punto ciego. Día tras día, la chica los espiaba, intrigada por las habilidades de Aster y la energía que desprendía.

Un día, mientras Aster se sumergía más profundo en su práctica, perdió el control de la esfera de energía que había formado. La esfera, inestable y vibrante, se disparó hacia la roca, impactándola con una fuerza descomunal y reduciéndola a escombros.

Aster y Stella se quedaron paralizados, sorprendidos por la repentina destrucción. No habían notado la presencia de la chica hasta ese momento. Al levantarse del polvo y los escombros, la joven los miró con ojos llenos de asombro y miedo.

Se quedaron mirando a la joven que se levantaba entre los escombros. La confusión era evidente en sus rostros, no tenían idea de quién era ella.

“Lo siento por espiarlos,” dijo la joven, sacudiéndose el polvo de su ropa. “Mi nombre es Cecia.”

Aster y Stella se relajaron un poco al escuchar su nombre. “Cecia,” repitió Aster, “es un placer conocerte.”

Cecia asintió con una mezcla de sorpresa y alivio. “Soy una maga. Después de una batalla contra un mago poderoso llamado Darton, fui herida gravemente y terminé aquí.”

“Desde que llegué a este mundo, he intentado regresar al mío,” les confesó. “Pero el maná aquí es escaso, y mis intentos de teletransporte han sido en vano.”

Aster se cruzó de brazos, pensativo. “Entonces, ¿cómo nos encontraste?”

“Un día, sentí fuertes corrientes de maná desde unos cuantos kilómetros de distancia,” explicó Cecia. “Eran tan intensas que solo podían venir de un mago poderoso. Te seguí, y descubrí que eras tú quien estaba generando esas corrientes.”

Aster asintió, comprendiendo la gravedad de la situación. “Entonces, las corrientes de maná que te llevaron hasta nosotros… ¿fue mientras intentabas hacer un hechizo de teletransporte?”

“Sí,” respondió Cecia, “y cada vez que lo intentaba, sentía cómo el maná se dispersaba inútilmente. Pero me llamó la atención la gran cantidad de maná que desprendías. Aunque realizabas magia básica, era tan pura que fuiste capaz de juntar todos los elementos, formando la esfera de maná puro; algo que ni una maga de rango alto como yo puede hacer fácilmente. Eso requiere de mucho control y comprensión del maná y magia de alto nivel.”

Stella miró a Cecia con curiosidad. “¿Qué hechizo utilizas para intentar teletransportarte a tu mundo?” preguntó, su voz llena de interés por la magia desconocida de Cecia.

Cecia vaciló por un momento, sopesando si debía compartir información tan valiosa. Pero algo en la mirada honesta de Aster y la genuina curiosidad de Stella la convenció de que podía confiar en ellos. “Hay un lugar,” dijo finalmente, “donde he construido una matriz de teletransporte. Pero necesito más maná para activarla.”

Aster y Stella asintieron, y juntos siguieron a Cecia colina abajo, a través de un bosque que se extendía cerca de un pequeño pueblo. El silencio del bosque era casi palpable, como si la naturaleza misma estuviera conteniendo la respiración.

Después de un corto viaje, llegaron a un claro en medio del bosque. Cecia se detuvo y, con un gesto de su mano, reveló una barrera mágica que había estado ocultando gran parte del área. “Es una barrera mágica de ocultación de nivel medio,” explicó. “Para proteger mi matriz de teletransporte de miradas curiosas.”

Aster no pudo evitar impresionarse ante la magnitud de la barrera. Al cruzarla, él y Stella vieron un enorme círculo dibujado en el suelo, lleno de caracteres extraños.

“Ese es el círculo que he dibujado,” dijo Cecia, señalando el intrincado diseño. “He intentado activarlo, pero sin éxito.”

Aster se acercó al círculo, sintiendo una extraña familiaridad. “Siento como si ya lo hubiera visto antes,” le confesó a Cecia.

Ella lo miró confundida. “Eso es imposible,” dijo. “La magia en este mundo ha sido olvidada hace mucho tiempo, y con tan poco maná, dudo que haya magos; y tú fuiste el único que he visto en todo este tiempo.”

Cecia, recordando las prácticas de maná que había sentido de Aster, le pidió que intentara activar el círculo.

“No sé cómo hacerlo,” admitió Aster. “Solo he conocido la magia hace unos meses y aún estoy aprendiendo a controlar los elementos.”

La sorpresa de Cecia era evidente. “Fusionar los elementos es un logro sin precedentes,” dijo. “Requiere un control y comprensión del maná que solo los magos de alto nivel poseen.”

Aster sonrió modestamente. “No es tan difícil,” dijo, y levantó su mano. Con un poco de esfuerzo, invocó los cuatro elementos y los fusionó en una esfera de energía pura y brillante.

Cecia observó con asombro cómo Aster, con una facilidad que desafiaba toda lógica, levantaba su mano y convocaba los elementos. El aire alrededor de ellos vibraba con la energía que emanaba de su palma, donde los elementos comenzaban a converger en una danza de poder puro.

“Fuego, agua, tierra, aire,” murmuró Aster, su concentración intensa mientras los elementos se entrelazaban, formando una esfera de luz que iluminaba el claro del bosque. La esfera de maná puro brillaba con gran intensidad.

Cecia, aún sorprendida por la habilidad de Aster, se acercó al círculo de teletransporte. “Este círculo es una matriz de teletransporte que he estado intentando activar,” explicó.

“Necesita una cantidad significativa de maná, algo que hasta ahora, no había podido encontrar

en este mundo.”

“¿Qué necesitas que haga?” preguntó Aster, listo para ayudar.

“Intenta mantener esa esfera de energía en el centro del círculo,” instruyó Cecia. “Y luego, solo necesitamos recitar el hechizo de activación.”

Aster asintió y se acercó al círculo, colocando cuidadosamente la esfera de energía en su centro. Los caracteres comenzaron a brillar, respondiendo al maná que Aster había proporcionado.

Cecia se colocó en el centro del círculo, su postura era de concentración y respeto por el arte que estaba a punto de realizar. Aster y Stella observaban en silencio, conscientes de la importancia del momento. Cecia cerró los ojos y comenzó a recitar el hechizo en un idioma que resonaba con el poder del maná que fluía a través del bosque y la esfera de energía:

«Por los elementos, por el poder que me fue dado. Con el fuego de la pasión, con el agua de la vida, Con el aire de la sabiduría, con la tierra de la lucha, Tejo el hechizo, la trama de mi huida,

Que el maná se reúna, que la magia no luche. Astra veranis, torma entalis, luminae karan!»

Con cada verso, la atmósfera alrededor del círculo comenzó a vibrar con energía. Los caracteres en el suelo se iluminaron, proyectando un brillo que se intensificaba con cada palabra pronunciada por Cecia. Aster y Stella sentían la energía acumulándose, un torbellino de maná que giraba alrededor del círculo.

Cuando Cecia terminó el hechizo, abrió los ojos y el círculo emitió un destello cegador. La matriz de teletransporte había sido activada.

Tras la activación de la matriz de teletransporte, Cecia contempló a Aster y Stella con una expresión pensativa. Pensó en llevarlos a su mundo, ya que ambos encajarían mejor en ese lugar. “¿Les gustaría venir conmigo a mi mundo?” preguntó. “Allí, el maná es abundante, a diferencia de aquí.”

Aster y Stella no tardaron en aceptar la oferta. Sin embargo, Aster insistió en despedirse de Lilith primero. “No podemos irnos sin decirle adiós,” dijo.

“Podrías venir con nosotros a ver a Lilith,” sugirió Stella. “Ella ama la magia y estaría encantada de conocerte.”

Cecia después de meditar asintió, aceptando la invitación. “Entonces, mañana regresaremos aquí y partiremos juntos a mi mundo,” propuso.

Desactivando el círculo mágico, Cecia siguió a Aster y Stella hacia la casa de Lilith, se estaba haciendo de noche. Al llegar, la sorpresa de Lilith fue evidente. “¿Quién es esta chica?” preguntó con curiosidad.

“Ella es Cecia, una maga de otro mundo,” explicó Aster, presentándola.

La emoción de Lilith era palpable. “¿Puedes hacer magia?” preguntó, acercándose a Cecia con ojos brillantes de entusiasmo.

“Sí, puedo,” confirmó Cecia, sonriendo ante el evidente interés de Lilith.

Lilith los invitó a entrar, prometiendo una gran cena. “Cocinaré mucha carne para Cecia a cambio de que nos muestre un poco de su magia,” dijo, su pasión por la fantasía claramente mostrada.

Durante la cena, Aster y Stella compartieron con Lilith la propuesta de Cecia. Mientras Cecia relataba su llegada a este mundo, la sonrisa de Lilith no desapareció ni un momento.

A la mañana siguiente, Lilith preparó un desayuno abundante como despedida. Después de comer, Aster, Stella y Cecia se despidieron y partieron hacia el gran bosque detrás de las colinas de Meridian.

Al llegar a la matriz, los tres se colocaron en el centro y Cecia recitó nuevamente el hechizo. La matriz se iluminó intensamente y, en un instante, los tres desaparecieron.

Aparecieron en un lugar desconocido para Aster y Stella, pero familiar para Cecia. “Hemos llegado a mi mundo,” anunció Cecia con alivio.

Aster sintió de inmediato la riqueza de maná en el aire. Stella, por su parte, comenzó a sentir una energía diferente, una que parecía resonar con ella de una manera única y personal.

¿Qué es esta energía, y por qué Stella sentía una conexión?

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