La Torre del Tiempo Perdido – Capítulo 4 – Entre Sombras y Revelaciones


Erevan, con la luz de la prueba aún danzando en sus ojos, reflejo de un cosmos interno agitado, miró a Caelum. Su voz, temblorosa pero decidida, rompió el silencio, cargada de un miedo que luchaba por contener: «¿Cómo puedo comenzar a controlar y entender mi afinidad con el espacio-tiempo y la magia rúnica? ¿Qué debo hacer para asegurarme de usar este poder de manera responsable y efectiva?»

Caelum, con una expresión serena pero firme que ocultaba una tormenta de pensamientos, contempló a Erevan antes de responder. «Controlar tu afinidad con el espacio-tiempo requiere más que solo comprensión; necesitas una conexión profunda con el flujo del universo. Debes aprender a sentir cómo el tejido del espacio y el tiempo se entrelaza a tu alrededor, cómo cada hilo puede ser influenciado y manipulado.» Su voz resonaba con la sabiduría de los siglos. «Esto se logra a través de práctica y meditación constantes, donde aprenderás a visualizar y moverte a través de las corrientes del espacio-tiempo sin perturbar su equilibrio natural.» Hizo una pausa, dejando que el peso de sus palabras se asentara en el aire, antes de continuar. «La magia rúnica, por otro lado, es el medio a través del cual podrás canalizar y controlar estos poderes. Es un lenguaje antiguo, uno que codifica las leyes fundamentales del cosmos en formas comprensibles.»

Erevan asintió, su mente procesando las palabras de Caelum como si desentrañara un código complejo. En su interior, una chispa de determinación se encendió, iluminando la oscuridad de su incertidumbre.

Después de la conversación reveladora, Caelum se preparó para guiar a Erevan hacia la siguiente fase de su viaje. «Has mostrado una capacidad única, Erevan, pero debes ser evaluado por otro maestro para la segunda prueba. Yo no seré tu guía en esto.» Con un gesto solemne, invocó una nueva gema, resplandeciente con un brillo místico, pero de un color distinto, que destellaba con matices de plata y azul profundo. «Esta gema te transportará al campo donde se llevará a cabo tu segunda prueba. Allí, otro maestro remanente de nuestra era, especializado en el arte del espacio-tiempo, te evaluará.»

Erevan, aún asimilando la magnitud de su viaje, se acercó a la gema flotante. Al tocarla, experimentó de nuevo la sensación de ingravidez y, en un parpadeo, se encontró en un entorno nuevo y vasto, un lugar que parecía estar suspendido fuera de la realidad misma, con estrellas y nebulosas visibles en un cielo que se extendía en todas direcciones.

En el centro, se alzaba un pedestal donde un anciano esperaba, su presencia irradiando una autoridad tranquila. Sus ojos, llenos de estrellas, parecían ver más allá del tiempo, capturando el infinito en su mirada.

“Hmm… Stein ni Caelum me informaron que alguien había superado la primera prueba…” El anciano frunció el ceño, sorprendido pero impresionado. “Niño, dime tu nombre.”

“Erevan, señor, me llamo Erevan Ryūkū, un placer, el señor Caelum me envió aquí,” respondió con un respeto que bordaba el temor, inclinándose en señal de reverencia.

El evaluador asintió, evaluando al joven frente a él. “Me gusta tu nombre, niño… espero que no seas como el resto que ha venido y no ha logrado superar mi prueba…” Su voz, aunque imperturbable, llevaba un matiz de desafío y curiosidad.

Con un gesto de su mano, un pergamino que irradiaba colores arcoíris apareció. “Aquí está el registro de tu primera prueba con Caelum. Quiero ver cómo fue tu afinidad con el elemento…” Sus palabras se detuvieron abruptamente, su semblante cambió de curiosidad a asombro. “¿¡Qué!? ¿¡Cómo es posible!?” exclamó, mirando entre el pergamino en su mano y a Erevan, sus ojos no creyendo lo que veían.

Erevan permaneció en silencio, sintiendo una mezcla de temor y orgullo mientras el anciano continuaba. “Nunca había visto una afinidad tan alta hacia el elemento espacio-tiempo y, además, solo eres afín a dos elementos, ambos de la era antigua…”

El anciano, ahora llamado Orion, adoptó un tono más suave. “Mmm… niño, nada mal. Bueno, me presento, soy Orion, tu evaluador para esta prueba. Aquí, determinaremos la profundidad de tu percepción y tu capacidad para comprender las verdades más profundas del espacio-tiempo. Si tu nivel de percepción y comprensión son tan buenos como tu afinidad, no me puedo imaginar cuán grande podrás crecer…”

Orion extendió su mano, y un libro antiguo apareció ante Erevan. «Este es tu manual de cultivación para el próximo mes, el Manual de la Sinfonía Estelar, uno de los manuales con el que aprendimos los conceptos básicos de esta magia todos los de nuestra época. Aunque tu afinidad es fuerte, necesitamos evaluar tu habilidad para comprender y aplicar estos conocimientos. La afinidad sin comprensión es como un río sin cauce; poderoso, pero incontrolable.»

Erevan asintió, tomando el libro con un respeto reverente, mientras una emoción desconocida germinaba en su corazón. Sabía que este era solo el comienzo de un proceso de aprendizaje que definiría su capacidad para manejar las fuerzas que ahora comenzaban a despertar dentro de él.

«Estudia, medita y prepárate,» continuó Orion, su voz llevando un eco de antiguas eras. «Al final de este período, evaluaré tu progreso y decidiremos si estás listo para avanzar en el camino del poder arcano del espacio-tiempo.»

Con la gema desapareciendo detrás de él, Erevan se encontró solo con el manual y el cosmos expansivo que lo rodeaba. Este era su mundo ahora, un lugar de aprendizaje y descubrimiento donde cada página del manual podría desvelar un nuevo secreto del universo y de sí mismo.

El silencio cósmico lo envolvía, y mientras comenzaba a leer, Erevan sintió que no solo estaba estudiando el manual, sino que estaba siendo absorbido en los misterios del espacio y el tiempo, comenzando un viaje que lo transformaría de maneras que apenas podía empezar a entender.

Sin embargo, tras 25 días de cultivación, Erevan seguía en posición de meditación, pero sin despertar el elemento espacio-tiempo. Normalmente, aquellos prodigiosos en el espacio-tiempo, a los 8 años de comenzar su meditación, a los 15 días eran capaces de despertar su magia elemento espacio-tiempo e iniciar su cultivo en este mundo, incluso los menos dotados en 20 días ya habían despertado un mínimo de poder, que se revelaba a su alrededor como un aura etérea.

Pero Erevan era un caso raro; pese a su alto grado de afinidad, no había logrado despertar su poder.

“Hmm… parece que no será el elegido. Qué decepción; con tan alto grado de afinidad, parece que su progreso será extremadamente lento. Qué pena… aún así, vale la pena enseñarle.” Desde la oscuridad pulsante del cosmos, Orion observaba a Erevan, su silueta se recortaba contra la luz estelar que filtraba a través del tejido del espacio-tiempo. Su expresión era una mezcla de decepción y contemplación profunda, los ojos centelleantes como nebulosas distantes.

A los 30 días, Erevan seguía inmóvil en posición de meditación en el claro de un bosque encantado, bajo un cielo nocturno vibrante, sin invocar el aura resplandeciente característica del despertar de la magia. ¿Cómo era posible? ¿Era su nivel de comprensión tan deficiente, tan mediocre?

Cuando Orion se materializó al lado de Erevan, sus túnicas azul profundo, salpicadas de constelaciones parpadeantes, ondeaban levemente, pese a la ausencia de viento. “Erevan, ha terminado el tiempo de la prueba; lamentablemente, no has logrado cumplir con el mínimo.”

“Sin embargo, eso no quita que en el futuro podrás lograr manejar algo de nuestra magia, pero al parecer, no eres el elegido…”

Erevan no se inmutó; era como si estuviera perdido en un mar de tranquilidad celestial, ajeno a las preocupaciones terrenales.

“¿Eh? ¿Está en un estado de meditación divina? ¡No puede ser! Si fuera así, debería haber despertado su magia hace tiempo.” Orion se acercó y lo evaluó de cerca, decidiendo no interrumpir este estado de meditación.

Así pasaron los días.

Al día 40, de repente, un aura etérea erupcionó como un volcán desde Erevan, evocando incluso el sonido de monstruos mitológicos, sonidos de fénix, rugidos de dragones…

Sorprendido, Orion logró vislumbrar que bajo Erevan un extraño sello se rompía. “¡Espera! ¡¿Eso era un sello?! ¿Alguien selló su poder?”

El aura se intensificó, convirtiéndose en un espectáculo de luces vibrantes. Runas comenzaron a aparecer en su cuerpo, moviéndose como serpientes vivas sobre su piel.

“¿Eh? Entró al dominio del iniciado, pero no se detuvo en el nivel uno, sigue aumentando…”

Nivel 2… Nivel 3… Nivel 4…

“¿Subió 4 niveles apenas despertó su poder mágico? Incluso los maestros que conozco tardaron años en cultivar para llegar a la etapa intermedia del dominio del iniciado… ¿Será por el sello que tenía? Pero ¿quién selló su poder? Y ¿por qué razón?”

Erevan abrió sus ojos, que parecían contener el cosmos, brillando como estrellas, y notó que su percepción había aumentado significativamente, algo difícil de explicar. Un sentimiento de calidez se incrementó en él, las runas en su cuerpo comenzaron a atenuarse lentamente, y volvió a la normalidad.

“¡Me siento muy bien, como renovado y con una fuerza que antes no tenía! ¡Extrañamente cómodo con el mundo!” Exclamó Erevan, tras despertar de su cultivación. “Además, siento como si hubiese aumentado de nivel varias veces.”

“Niño, contéstame, ¿conocías a algún mago poderoso en tu círculo?” inquirió Orion, su tono ahora serio, teñido de urgencia.

“¿En mi círculo? ¿Por qué la pregunta de repente? Mmm…” Erevan comenzó a pensar.

“Porque tu poder estaba sellado; algún humano tuvo que haber sellado tu despertar de poder por alguna razón.”

“¡¿Cómo?!” Exclamó estupefacto Erevan.

Tras reflexionar, Erevan solo pudo pensar en una persona: “Solo se me ocurre una persona… mi padre.”

“¿Tu padre?”

“¡Sí! Según tengo entendido, era algo así como un mago Adepto de etapa avanzada. No sé muy bien los niveles de poder y si eso es ser poderoso, pero ¿qué motivo tendría él para sellar mi poder? ¿Acaso sabía que tenía este poder? Él murió cuando yo tenía 4 años.”

“Vamos a descubrirlo,” dijo Orion con una voz calmada pero firme. “El sello se rompió con tu despertar, pero aún quedan algunos vestigios de él. Con mi magia, y estando en este sitio sagrado, puedo evocar los recuerdos asociados a él, aunque sea un remanente, pero solo de algunas horas previas a su colocación.”

En la penumbra del santuario antiguo, donde las paredes susurraban secretos olvidados, los restos del sello roto flotaban en el aire como motas de polvo atrapadas en un rayo de luz. Orion, con un gesto calculado, extendió sus manos, manipulando el tejido del espacio-tiempo a su alrededor. Sus ojos, ahora centelleantes con una luz estelar, se concentraron en los fragmentos etéreos del sello. Con un susurro en un idioma antiguo, perdido para muchos pero no para él, activó su magia. Las partículas comenzaron a vibrar, tejiendo las hebras del tiempo para desentrañar los ecos del pasado atrapados en el residuo mágico.

Erevan observaba, con el aliento contenido, mientras las partículas vibrantes comenzaban a formar una escena holográfica frente a ellos. La imagen, difusa al principio, rápidamente se aclaró, revelando una figura familiar pero mucho más joven: su padre, Vorion, vivo, con signos de batalla y una expresión de determinación que nunca había visto.

“Vorion, ¿qué sucede? ¿No se suponía que habría magos y soldados del reino enemigo aquí?” La voz de Alrit, un compañero de armas de su padre, era tensa, reflejando el caos de su última batalla.

Se dirigían a Vorion Ryūkū, un mago que vestía ropa holgada con muchas rasgaduras; su rostro estaba manchado con barro y sangre goteaba de su brazo. “Tampoco sé qué pasa, Alrit… Pero ellos, nuestros enemigos, son del ejército real; no entiendo por qué de repente nos atacan. Nos dijeron que el ejército del reino aledaño estaba invadiendo, pero de pronto comenzaron a atacar a nuestro escuadrón.”

La confusión y el miedo eran palpables en su voz. “Dijeron algo de que debían borrar del mundo a cualquier mago con magia antigua. ¿Qué demonios quisieron decir?” Exclamó Alrit agitadamente.

“Lo siento… quizás a quien quieren cazar es a mí.” La voz de Vorion temblaba con una mezcla de resignación y temor.

“¿Cómo…?” Antes de que Alrit pudiera continuar, una bola de fuego le golpeó de lleno.

“¡ALRIT! ¡NOOO…!” El grito desconsolado de Vorion cortó el aire mientras el caos de la batalla se reanudaba.

“Vorion Ryūkū, detén esta huida y acepta tu destino. Eres el único restante de tu escuadrón; lamentablemente, no te podemos dejar con vida, nadie con magia espacio-temporal puede existir.”

En la escena, Vorion se enfrentaba a una verdad cruel: era el objetivo, un portador de una magia espacio-temporal tan antigua que amenazaba el orden establecido. “¡CÁLLATE, DESGRACIADO!” gritó, desafiando a sus perseguidores con una furia nacida del dolor y la determinación.

Con la frase “¡Flecha temporal!”, Vorion adoptó una postura como de tensar un arco; en un instante, una flecha invisible impactó contra el escuadrón del ejército real, desgarrando el espacio-tiempo y disolviendo a sus adversarios en el aire.

La persecución que siguió fue despiadada y cruel. Vorion, gravemente herido, logró llegar al pueblo, donde Selene, su amada, lo encontró desangrándose, su cuerpo marcado por la batalla y el sacrificio.

“¿Qué te pasó, cariño? Debemos ir a la clínica, rápido para que te sanen,” exclamó Selene, cuyo rostro reflejaba una mezcla de horror y urgencia al ver a Vorion cubierto de heridas y sangre.

“¡No! Llévame con Erevan,” insistió, rechazando la ayuda médica con una determinación que brotaba de un profundo amor paternal.

“Pero cariño, si pierdes un segundo más, morirás desangrado.”

“Lo siento, Selene, perdóname por dejarte sola, pero debo hacer algo; ya no hay vuelta atrás. Llévame con Erevan.” Su voz se rompió, cada palabra teñida de dolor y sacrificio.

Llevado a la habitación donde Erevan dormía plácidamente, Vorion, con las últimas reservas de su fuerza, comenzó a trazar símbolos complejos en el aire, creando el sello. Las emociones cruzaban su rostro, desde el amor profundo hasta el temor más angustiante. Susurraba palabras de disculpa y esperanza, dirigidas a Erevan, revelando que su propia afinidad con la magia espacio-tiempo, aunque mínima, había desentrañado un secreto peligroso que amenazaba tanto su vida como la de su hijo.

La escena se disolvió con el padre de Erevan completando el sello, lanzando una última mirada llena de dolor y esperanza hacia el futuro, hacia su hijo.

Tras la revelación, un silencio sepulcral llenó la sala. Erevan, abrumado por la emoción y la verdad sobre su padre y su pasado, miró a Orion, quien parecía contemplativo, su mirada perdida en el flujo del tiempo.

“Tu padre te amaba profundamente, Erevan,” dijo Orion suavemente, rompiendo el silencio. “Y estaba dispuesto a hacer el sacrificio supremo para asegurar tu seguridad. Tu poder no era solo una bendición, sino también una maldición que él desesperadamente quiso proteger. Ahora que conocemos la verdad, es crucial que aprendas a dominar tus habilidades y descubrir cómo usarlas para el bien, quizás para honrar su legado.”

Erevan, con lágrimas en los ojos pero un renovado sentido de propósito, asintió, su corazón latiendo con la determinación de enfrentar su destino, no solo por él sino también por el amor y el sacrificio de su padre.

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