Todos los recuerdos de Jiu Jie de aquel invierno eran borrosos, como si ese día, la tierra se hubiera cubierto de una nieve ilimitada –fría, mordazmente fría.
Y de ese desarticulado recuerdo borroso, habían muchas cosas que no podía recordar.
Había olvidado cómo se reportó a la policía, olvidado lo que había hecho después, olvidado el tiempo que le habían preguntado; incluso se había olvidado de sí mismo, de lo que estaba haciendo.
Parecía como si su alma se hubiera ido, y él no era más que un espectador, un espectador desde un punto de vista distante, observando todo lo que sucedía.
Pero la única cosa que Jiu Jie recordaba era la incompetencia de la policía. No le habían dado una causa exacta de muerte.
La mañana de la muerte de Jiu Ming Shan, su cuerpo no tenía signos de heridas ni de envenenamiento; no había indicios de un infarto, del tipo atribuido a una enfermedad repentina, y además, las puertas y ventanas de la habitación estaban intactas, y no había signos de intrusión.
La muerte de Jiu Ming Shan era un misterio para todos.
Sin embargo, con respecto a la causa de muerte de su padre, Jiu Jie tuvo esta idea más descabellada; él vagamente sintió que su padre fue asesinado en un sueño. Claro que no se lo dijo a nadie, nadie le creería.
Sin embargo, lo que no esperaba, para su sorpresa, era que hubiera un hombre que tuviera la misma y absurda idea.
Era un hombre de mediana edad que apareció repentinamente el día del funeral de su padre.
Jiu Jie todavía recordaba ese día. Hacía frío; esa mañana cayó nieve; y él estaba bajo un dosel, mirando hacia el retrato de su padre fallecido, perdido en sus pensamientos.
Cuando el hombre llamó su atención, Jie Jie se quedó atónito. Era el hombre que había visto en su sueño aquella noche.
El hombre se acercó al retrato de su padre, se quitó el sombrero de piel y quemó un incienso. Se inclinó para orar, murmurando algunas palabras. Su voz era terriblemente suave, por lo que a pesar de que era impertinente, Jiu Jie no pudo captar ni una sola palabra con claridad.
Después, se acercó a Jiu Jie y le preguntó: «¿Eres tú Jiu Jie? Soy Luo Yi De, amigo de tu padre. ¿Debería haberme mencionado?»
La voz del hombre era bastante firme, pero también rápida. Aunque el hombre hablaba delante de él, su voz parecía como si estuviera lejos.
Jiu Jie, por supuesto, conocía el nombre Luo Yi De. La carta de su padre mencionaba claramente que debía seguir a esta persona.
Miró al hombre de mediana edad. Luo Yi De era alto y recto, tenía una cara cuadrada con una barba limpia, sólo que su pérdida de cabello era grave; tal vez acababa de quitarse el sombrero ya que la parte superior de su cabeza estaba humeando lentamente. Su peinado mediterráneo y su rostro varonil le hicieron parecer una versión temprana de la estrella francesa, Zinedine Zidane.
Al final, en cuanto a la pregunta, Jiu Jie se limitó a asentir con un gesto apático: «Mmm.»
«¿Qué dijo tu padre sobre mí?» Preguntó Luo Yi De de nuevo.
«Dijo que te acompañara.» Jiu Jie dijo simplemente.
«Ya veo…» Luo Yi De se giró para mirar el retrato bajo el dosel y dijo: «Primero despediremos a tu padre y luego hablaremos.”
Entonces miró a Jiu Jie y murmuró en una voz levemente audible: «Hay odio en tu corazón. No, es más que eso.»
Las cenizas de Jiu Ming Shan fueron enterradas en los suburbios del Cementerio Público Montañas de Dragón de la Ciudad Shen. Después de un tiempo, los amigos y parientes comenzaron a partir gradualmente. El único que quedaba era Jiu Jie; él había estado callado todo este tiempo y acompañándolo estaba Luo Yi De.
En este momento, la nieve dejó de caer, las montañas y los ríos cubiertos de plata, pero el cielo estaba sombrío y las nubes eran densas, la atmósfera solemne y opresiva.
«Tío Luo, nos hemos conocido antes, ¿no?» Jiu Jie rompió el silencio y preguntó.
«Mmm, cuando tenías un año de edad, ese año vine y te conocí. En ese momento tu madre aún estaba por aquí. El Viejo Jiu realmente fue bendecido, para poder casarse y tener una hermosa esposa e hijo. No sé cuántos eran envidiosos, pero es una pena. Una mujer hermosa nació bajo una estrella tan desafortunada, que podía permitir que un hombre se lamentara.» Dijo Luo Yi De.
«No quise decir eso.»
«Entonces, ¿qué querías decir?»
Jiu Jie miró fijamente a Luo Yi Di. «¡Esa noche, ese sueño, estabas allí!»
Las dos miradas de los hombres parecían tan afiladas como dos espadas de acero de doble filo golpeándose entre sí, mientras las chispas volaban.
Luo Yi De fue el primero en cambiar su mirada, y sacó una sonrisa. «Sí, nos conocimos en el sueño. Entré en tu sueño.”
Jiu Jie reaccionó con entusiasmo, inmediatamente captó el significado de lo que Luo Yi De dijo y preguntó. «¿Puedes entrar en los sueños de otra persona?»
Luo Yi De asintió.
Jiu Jie se sorprendió al pensar que lo que el hombre dijo era imposible, pero mientras miraba a Luo Yi De, el hombre tampoco parecía estar mintiendo.
«¿Quién diablos eres tú?» Preguntó Jiu Jiu con cautela.
«Mi identidad oficial es el Director de la División Siete de la NSB.»
«¿Y extraoficialmente?»
«Por supuesto, soy un vigilante.”
“¿Un vigilante? ¿Qué es un vigilante?» Preguntó Jiu Jie, perplejo.
«Es una larga historia, pero simplemente puedes interpretar a un Vigilante como Guardianes de los Sueños. En cuanto a los detalles, los conocerás a tiempo.»
Cuanto más escuchaba Jiu Jie, más sorprendido estaba, pero en el fondo estaba más preocupado por otra cosa. Se hizo difícil reprimir la pregunta por más tiempo, y preguntó: «Mi padre murió en ese sueño, ¿verdad?»
La idea de eso era absurda, pero Luo Yi De parecía tranquilo, y ese rostro veterano no mostraba signos de agitación cuando escuchó la pregunta.
Luo Yi De vaciló un momento, pero luego asintió lentamente.
Jiu Jie se puso rojo repentinamente y gritó: «¿Qué es todo esto? ¿Quién lo hizo? Mi papá, ¿cómo diablos murió? Debes saber algo. ¡Dime!»
Luo Yi De suspiró y dijo en voz baja: «Chico, debes preocuparte, pero no por cómo murió.”
«¡Joder! ¡Pedos!” Jiu Jie rugió de rabia. «¡Era mi padre! La noche anterior, todo estaba bien. Ahora ha sido enterrado bajo circunstancias dudosas. ¿Sabes cómo me siento? ¿No debería importarme cómo murió? ¡¿Entonces qué me debería importar?!”
Luo Yi De, maldecido por un adolescente tan joven, no se inmutó y dijo: «Deberías preocuparte por cómo vivía.”
Tan pronto como Jiu Jie escuchó eso, lo miró fijamente; las palabras que iba a decir parecían atascarse en su garganta, y su cara se puso tan roja que parecía un camarón hervido.
«¿De verdad conocías a tu padre?» Preguntó Luo Yi De.
Jiu Jie quería decir algo, pero las palabras en sus labios le resultaron imposibles de pronunciar; buscó los recuerdos de su padre, y de repente se dio cuenta de algo.
La impresión que tenía de su padre era que siempre estaba muy ocupado. Durante el día, tenía clases en la escuela, y por la noche, estaba encerrado en su estudio.
Todos los días, el hombre estaba ocupado. De lo que su padre estaba angustiado, lo que le gustaba, lo que odiaba, no lo sabía.
¡Jiu Jie se horrorizó al descubrir que todo este tiempo que estuvo con su padre, no lo conocía realmente!
Luo Yi De no prestó atención a la expresión en blanco de Jiu Jie. Se volvió hacia la lápida, le hizo una seña a Jiu Jie y le preguntó: «¿Has visto alguna vez el epitafio de tu padre? De acuerdo con sus deseos, fue por mi mano que fue grabado.»
Jiu Jie se volvió hacia la lápida, y precisamente como dijo Luo Yi De, realmente no había mirado cuidadosamente el epitafio en la tumba de su padre.
La lápida estaba hecha de roca de colina amarilla, y en la parte posterior, elaborada con habilidad, había unas pocas líneas en letra pequeña:
«Cuando era joven y frívolo, creía que tenía un poder extraordinario que excedía por mucho al hombre promedio, y soñé con cambiar el mundo.”
«Cuando era adulto, me di cuenta de que no podía cambiar el mundo, así que acorté mi vista y decidí cambiar mi país.”
«Cuando estaba cerca del final de mis días, descubrí que no podía cambiar mi país, por lo que mi último deseo era cambiar a mi familia, pero eso no fue posible.”
“Cuando llegué al final de mi vida, de repente me di cuenta de que si me hubiera cambiado a mí mismo al principio, y hubiera actuado como ejemplo, podría haber cambiado a mi familia, y con la ayuda y ánimo de ellos, podría haber hecho algo por el país. ¿Y quién sabe? Puede que incluso hubiese cambiado el mundo.»
Unas breves líneas, unas que miró durante mucho tiempo. No era tanto un epitafio, sino más bien una doctrina de la vida: la introspección del alma.
Estaba agitado. Todo este tiempo, se encontró viviendo con su padre por más de una década sin realmente conocerlo.
No es cómo murió lo que debería importarte, sino cómo vivió.
Ji Jie entendió el significado de lo que Luo Yi De quiso decir; quería que dejara de lado su odio, y siguiera su propia vida.
«Chico, ¿qué piensas después de leer esto?» Preguntó Luo Yi De.
Los ojos de Jiu Jie nunca se despegaron de la lápida. Se quedó en silencio, sin saber cómo responder. Sólo sentía que la imagen de su padre alto e imponente se hacía aún más grande, y ahora también, un rastro de misterio.
Luo Yi De observó como Jiu Jie estaba solo en el frío viento, solo y testarudo, como el padre del niño había estado cuando era joven.
En su línea de visión, una vaga imagen de un joven estudiante universitario de primer año se superponía al niño que tenía delante, y las dos siluetas gradualmente parecían iguales. Era como si otro joven Jiu Ming Shan estuviera ante él.
Se sintió conmovido; suspiró y dijo: «Niño, tu padre era un hombre extraordinario. Cuando era joven, era pretencioso. El mundo era como un rebaño de ovejas. Tu padre era una excepción. Rara vez nos veíamos cara a cara, pero él era una de las pocas personas que admiraba en este mundo. Su muerte, la lamento. Sé que tienes odio en tu corazón, pero no deberías aferrarte a la venganza. Deberías encontrar tu camino como lo hizo tu padre.”
«Encontraré un camino…»
Apretó los puños. Recordando una vida con su padre, sintió un formidable poder surgiendo en su interior, y en un abrir y cerrar de ojos, burbujeó por todas partes, de pies a cabeza; el poder parecía surgir a través de sus venas, y sentían como si fueran a estallar en llamas, como la erupción de un volcán, suficiente para destruir el cielo y la tierra.
Los ojos de Jiu Jie se volvieron rojos, y a través de su mandíbula apretada, escupió. «… pero antes de eso, tendré mi venganza.»